Más de 5 000 millones de personas participan a diario en interacciones en red que generan algún tipo de dato. Para 2025, esta cifra sobrepasará los 6 000 millones, lo que supone que el 75% de la población mundial formará parte de una gran muestra cuyo comportamiento estará en permanente estudio. Así lo ponen de relieve Seagate e IDC en su informe The Digitization of the World – From Edge to Core.

Este escenario que se nos dibuja para dentro de cinco años, con más de 150 000 millones de dispositivos interconectados -muchos de ellos recogiendo datos de manera ininterrumpida y en tiempo real- es un terreno abonado para el avance del Big Data y el Internet of Things (IoT) o Internet de las Cosas. ¿Qué puede ofrecernos la colaboración entre estos dos paradigmas?

Internet of Things (IoT): ¿qué es y cómo funciona?

Según el glosario de la consultora Gartner, el Internet of Things (IoT) o Internet de las cosas se define como una red de objetos interrelacionados y equipados con tecnología para la intercomunicación, la captura de señales o la interacción con el entorno. A día de hoy, el IoT se despliega en forma de millones de cámaras, grabadoras, ordenadores, móviles, radares, sensores, drones, códigos, termómetros, higrómetros, etc., que toman registros de lo que sucede y los envían a los centros de procesamiento.

Estos dispositivos presentan diferentes niveles de sofisticación. Los más sencillos como, por ejemplo, las etiquetas RFID, se emplean con fines de identificación. Otros, más complejos, actualizan su ubicación o son programables a distancia. Finalmente, hay nodos que, incluso, toman decisiones y las ejecutan por sí mismos si se cumplen ciertas condiciones.

Entonces, ¿qué relación hay entre el Big Data y el IoT?

La actividad del IoT da como resultado una cantidad ingente de datos que es preciso recopilar, validar, almacenar, procesar y analizar para extraer valor, es decir, conclusiones que nos permitan ampliar nuestro conocimiento y basar nuestros siguientes pasos. Es aquí donde, justamente, entra en juego el Big Data para, haciendo un símil con el mundo financiero, transformar en neto aquello que estaba en bruto.

IoT & Big Data: sectores de aplicación

La alianza entre Big Data e IoT proporciona ventajas en dos esferas: la industrial, con la implementación de soluciones B2B; y la del gran consumo, con desarrollos B2C que mejoran nuestra vida diaria en lo personal y en lo doméstico.

Big Data e IoT, una alianza cargada de potencial de futuro

Extraer beneficios de la colaboración entre Big Data e IoT es cada vez más sencillo gracias a la suma de otras tecnologías, como el 5G, que ahorra ancho de banda en las operaciones y reduce la latencia en la transmisión de datos; y el edge computing, que favorece el procesamiento descentralizado de la información de manera que, cuando esta llega al nodo central de la red, lo hace ya desprovista de ruido y preparada para someterse a un proceso de análisis en Big Data.

Esta experimentación nos hace pensar en un presente y un futuro muy cercano en los que se registrarán considerables avances en campos como:

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La semana pasada hablábamos del concepto del Internet de las cosas (o Internet Of Things), y de cómo interconectaba y recogía los datos generados por los objetos que nos rodean, amén de indicar que tal volumen de datos requería la asistencia de expertos científicos de datos. Esta semana vamos a hablar de Smart Cities, que es una de las aplicaciones centrales hacia las que confluyen las distintas tecnologías de Big Data aplicadas al Internet Of Things.

Se estima que hasta 2020 se invertirá una media de cuatrocientos mil millones de dólares al año en el desarrollo de Smart Cities. Para que este desarrollo tenga lugar, es necesaria la colaboración de entidades tanto privadas como públicas, empresas de software y, por supuesto, expertos en Big Data.

Dejando a un lado el gran inconveniente de las Smart Cities que es su enorme coste de implementación, poseen ventajas en numerosas situaciones de la vida urbana, como el tratamiento de residuos, el ahorro energético, la mejora en la eficiencia del tráfico, la realización de compras, el control de la nutrición, el registro de multas, etc.

Hay cientos de usos que dependen de las variables a medir. Pongamos que introducimos sensores en los coches y en las aceras; podríamos saber en tiempo real dónde hay sitios libres para aparcar; si todos los coches lo tienen, podríamos evitar accidentes al frenar automáticamente antes de una colisión; si todas las calles los tienen, tendríamos una conducción plenamente automática. Del mismo modo, si controlamos el tráfico y creamos un programa de aprendizaje automático que sepa interpretar los datos, podría alterar el orden de los semáforos para conseguir un tráfico más fluido en la ciudad. También, controlando qué medios de locomoción utilizan las personas, se podría estudiar de qué manera favorecer el transporte público, por ejemplo.

La eficiencia energética dio un paso de gigante al emplear los diodos emisores de luz (leds) para sustituir las fuentes tradicionales de iluminación, pues en un led, al no depender la luz de la incandescencia de una resistencia ni de electrocutar nubes de gases, sino del mero paso de la corriente a través de semiconductores que al polarizarse sueltan fotones, posee una eficiencia próxima al 95%. Aun así, la Smart City puede mejorar este rendimiento, haciendo que las aceras detecten si hay alguien en sus alrededores, de manera que, cuando no haya nadie, las farolas estén apagadas.

Hay otro sector que evolucionará a la par que las Smart Cities, el de la seguridad. Automatizar procesos urbanos tiene numerosas ventajas, pero también eleva al máximo los efectos dañinos de un posible pirateo del sistema. Pensemos en qué pasaría si alguien pirateara los sistemas de circulación que hemos mencionado.

Aunque todavía estamos lejos de presenciar una Smart City completa, sí que hay numerosos proyectos en el mundo en los que colaboran estrechamente las empresas y los organismos públicos para ir creando Smart cities

Smart cities en el mundo

.- Glasgow. Tal como cita el periodista Bernard Marr en Forbes, Glasgow lidera el proyecto Future City, con una inversión superior a los 24 millones de libras para modernizar la localidad escocesa. Entre las aplicaciones puestas en marcha destaca la iluminación urbana inteligente y la detección de demanda energética para realizar una distribución de energía más eficiente, además del análisis de datos para mejorar el uso de transporte público.

.- Dubai. El centro de los Emiratos Árabes Unidos destaca como la ciudad con un plan más completo y ambicioso de Smart City, estructurado en torno a 8 sectores bien diferenciados: telecomunicaciones, turismo, herramientas, educación, construcción, seguridad pública, transporte y salud.

.- India. Uno de los gigantes asiáticos también muestra un elevado interés en el desarrollo de ciudades inteligentes. El gobierno indio ha establecido un plan de ayuda público al desarrollo de Smart Cities que alcanzará un total de 100 ciudades. De momento, las 20 que ya están en desarrollo han recibido 8000 millones de dólares para su implementación.

.- Londres y Bristol encabezan la lista de las ciudades “más inteligentes” de Reino Unido. Londres tiene éxito al desarrollar tecnología para descongestionar el tráfico urbano y mejorar el transporte; mientras que Bristol destaca por su proyecto Bristol is open, que a partir de la colaboración del ayuntamiento, la universidad y diversas empresas privadas, para dejar toda la información pública abierta al público, salvo aquellos datos que incurran en la intimidad personal.

Como vemos, el futuro apunta al Big Data. No te quedes atrás y apúntate a nuestro máster Datahack si quieres formar parte de proyectos como estos.

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